“Ahura era la esposa de Nefer-ka-ptah, y su hijo era Merab; este era el nombre con el que fue registrado por los escribas en la Casa de la Vida, y Nefer-ka-ptah, aunque era hijo del Rey, no se preocupaba por nada en la Tierra excepto por leer los registros antiguos, escritos en papiro en la Casa de la Vida o grabados en piedra en los templos; todo el día y todos los días estudiaba las escrituras de los ancestros. Un día entró en el templo para rezar a los dioses, pero cuando vio las inscripciones en las paredes comenzó a leerlas; y olvidó rezar, olvidó a los dioses, olvidó a los sacerdotes, olvidó todo lo que lo rodeaba hasta que escuchó risas detrás de él. Miró alrededor y había un sacerdote, y de él provenía la risa. ‘¿Por qué te ríes de mí?’ dijo Nefer-ka-ptah. ‘Porque lees estas escrituras sin valor’, respondió el sacerdote. ‘Si quisieras leer escrituras que valen la pena, puedo decirte dónde está oculto el Libro de Thoth.’ Entonces Nefer-ka-ptah hizo muchas preguntas ansiosas, y el sacerdote respondió: ‘Thoth escribió el Libro con su propia mano, y en él se encuentra toda la magia en el mundo. Si lees la primera página, encontrarás el cielo, la tierra, el abismo, las montañas y el mar; comprenderás el lenguaje de las aves del aire, y sabrás lo que están diciendo los seres arrastre de la tierra, y verás los peces desde las profundidades más oscuras del mar. Y si lees la otra página, incluso si estuvieras muerto y en el mundo de los fantasmas, podrías regresar a la Tierra en la forma que alguna vez tuviste. Y además de esto, verás el sol brillando en el cielo con la luna llena y las estrellas, y contemplarás las grandes formas de los dioses.’
Entonces Nefer-ka-ptah dijo: ‘Por la vida del Faraón, ese Libro será mío. Dime lo que desees y lo haré por ti’. ‘Provee para mi funeral’, dijo el sacerdote. ‘Asegúrate de que me entierren como a un hombre rico, con sacerdotes y mujeres de luto, ofrendas, libaciones e incienso. Entonces mi alma descansará en paz en los campos de Aalu. Cien piezas de plata deben gastarse en mi entierro.’
Entonces Nefer-ka-ptah envió un mensajero veloz para traer el dinero, y él entregó cien piezas de plata en las manos del sacerdote. Cuando el sacerdote tomó la plata, dijo a Nefer-ka-ptah: ‘El Libro está en Koptos, en medio del río. En medio del río hay un cofre de hierro, en el cofre de hierro hay un cofre de bronce, En el cofre de bronce hay un cofre de madera keté, En el cofre de madera keté hay un cofre de marfil y ébano, en el cofre de marfil y ébano hay un cofre de plata, en el cofre de plata hay un cofre de oro, Y en el cofre de oro está el Libro de Tot, Alrededor del gran cofre de hierro hay serpientes, escorpiones y todo tipo de cosas que se arrastran, y sobre todo hay una serpiente que ningún hombre puede matar. Estos están establecidos para proteger el Libro de Thoth.’
Cuando el sacerdote terminó de hablar, Nefer-ka-ptah corrió fuera del templo, ya que su alegría era tan grande que no sabía dónde estaba. Él corrió rápidamente a Ahura para contarle sobre el Libro y que iría a Koptos a encontrarlo. Pero Ahura estaba muy afligida y dijo: ‘No vayas en este viaje, porque te espera problemas y aflicciones en la tierra del sur.’ Ella puso su mano sobre Nefer-ka-ptah como si quisiera retenerlo lejos de la tristeza que lo esperaba. Pero él no se dejó contener, y se escapó de ella y fue al rey, su padre. Le contó al Rey todo lo que había aprendido y dijo: ‘Dame la barca real, oh mi padre, para que pueda ir a la tierra del sur con mi esposa Ahura y mi hijo Merab. Por el Libro de Thoth debo y lo tendré.’
Entonces el Rey dio órdenes y se preparó la barca real, y en ella Nefer-ka-ptah, Ahura y Merab navegaron por el río hacia la tierra del sur hasta Koptos. Cuando llegaron a Koptos, el sumo sacerdote y todos los sacerdotes de Isis de Koptos bajaron al río para dar la bienvenida a Nefer-ka-ptah, sacrificaron un buey y un ganso, y hicieron una libación de vino a Isis de Koptos y su hijo Harpócrates. Después de esto, los sacerdotes de Isis y sus esposas hicieron un gran festín durante cuatro días en honor a Nefer-ka-ptah y Ahura. Por la mañana del quinto día, Nefer-ka-ptah llamó a un sacerdote de Isis, un gran mago que conocía todos los misterios de los dioses. Y juntos hicieron una pequeña caja mágica, como la cabina de un barco, y hicieron hombres y un gran número de aparejos, y pusieron a los hombres y los aparejos en la cabaña mágica. Luego pronunciaron un hechizo sobre la cabina, y los hombres respiraron y cobraron vida y comenzaron a usar los aparejos. Y Nefer-ka-ptah hundió la cabaña mágica en el río, diciendo ‘¡Obreros, obreros! ¡Trabajad para mí!’ Y llenó la barca real de arena y zarpó solo, mientras Ahura se sentaba en la orilla del río en Koptos y miraba y esperaba, porque sabía que esta travesía a la tierra del sur no tendría éxito. Luego, después de cuatro días, la barca llegó a una isla en medio del río, donde estaba la serpiente enroscada en la cabaña mágica. Entonces Nefer-ka-ptah desató la barca real y la dejó a la deriva, mientras él estaba de pie solo en el bote mágico. Y la serpiente mordió a Nefer-ka-ptah, y el veneno de la serpiente pasó por el cuerpo de Nefer-ka-ptah como el fuego y como un cuchillo afilado. Luego la serpiente abrió la boca y tragó a Nefer-ka-ptah de una vez. Pero el gran sacerdote de Isis había inscrito un encantamiento de protección en su corazón, y había pronunciado un hechizo sobre él antes de que fuera a la tierra del sur. El sacerdote de Isis había hecho un doble de Nefer-ka-ptah y Ahura, y esta era la figura que Nefer-ka-ptah había llevado con él. Y después de un tiempo Nefer-ka-ptah salió de la boca de la serpiente, y salió sano y salvo; y el veneno que estaba en su cuerpo se convirtió en veneno común y corriente. El gran mago había hecho que el doble de Nefer-ka-ptah fuera como él en todo; incluso el doble había llevado a cabo el encantamiento mágico del mismo modo que lo hizo Nefer-ka-ptah. Además, el doble de Nefer-ka-ptah, que estaba en la barca real, fue quien fue mordido por la serpiente. Cuando salió de la boca de la serpiente, maldijo el día en que nació y la serpiente que lo mordió, y el pueblo de Koptos y el Sumo Sacerdote de Isis de Koptos. Además, se quitó la corona de la cabeza, la despojó y la arrojó al río, y se negó a llevarla de nuevo, y ordenó a los oficiales de la barca real que se arrodillaran y le quitaran la corona.
Y Nefer-ka-ptah caminó por la isla, maldiciendo a la serpiente y diciendo: ‘Si no me muestras el Libro de Thoth que está en medio del río, pronto sabrás qué es peor para ti’. Pero la serpiente respondió a Nefer-ka-ptah, diciendo: ‘Detente, detente, oh tú que eres superior a los dioses; soy la serpiente a la que ningún hombre puede matar; soy la Heraldo del gran dios, el Señor de la Montaña de los dioses. Pero soy solamente un millar de veces inferior a ti, y he hablado contigo, porque puedo ver que eres un hombre sabio, dispuesto a mostrar piedad, por tu gran sabiduría. Ven, entonces, que no puedo darte el Libro de Thoth con mis manos; sólo yo puedo entrar en el río para traerlo.’ ‘Hazlo pronto’, respondió Nefer-ka-ptah. Luego la serpiente se deslizó por la orilla del río, bajó al agua y salió rápidamente, trayendo el cofre de hierro, el cofre de bronce, el cofre de madera keté, el cofre de marfil y ébano, el cofre de plata y el cofre de oro. Luego le dijo a Nefer-ka-ptah: ‘El Libro de Thoth está en el cofre de oro’. Nefer-ka-ptah abrió el cofre de oro y encontró el Libro de Thoth en su interior. Lo tomó de inmediato y puso la serpiente en su lugar. Luego llamó a la barca real y le dijo a los oficiales de la barca que llevaran a cabo el encantamiento mágico sobre la serpiente y la ataran. Luego se subió a la barca real con el cofre de oro que contenía el Libro de Thoth y zarparon hacia Koptos.
Cuando llegaron a Koptos, el sumo sacerdote de Isis fue a encontrarse con Nefer-ka-ptah, Ahura y Merab. Y el sumo sacerdote de Isis tomó el Libro de Thoth y lo llevó a la Casa de Isis de Koptos. Y Nefer-ka-ptah y Ahura vivieron en la tierra de Koptos durante un mes y siete días, después de lo cual Nefer-ka-ptah y Ahura regresaron a la ciudad de Menfis, donde fue recibido por el Rey y la Reina. Ahura se convirtió en gran amiga de la Reina, y ella le contó a la Reina todo lo que le había sucedido a Nefer-ka-ptah en la tierra del sur. Entonces Ahura y Nefer-ka-ptah dieron las gracias al Rey y la Reina por haberlos dejado ir a la tierra del sur para buscar el Libro de Thoth, y se llevaron el doble de Nefer-ka-ptah y Ahura, que había sido mordido por la serpiente en el río. Y cuando llegaron a su casa, encontraron a su hijo Merab en buen estado, y vivieron en paz y tranquilidad en su casa en Menfis durante el resto de su vida.”